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PIANO DE ENSUENO cap.3

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CAPITULO 3: "memorias escarbadas"

I.-
―Helen, despierta. ¡Helen!
La voz en mi cabeza eran martilladas constantes, tan fuertes y dolorosas que estaban a punto de causarme dolor de cabeza, pero aún así no servirían de nada, no deseaba abrir los ojos y tampoco lo haría. Sabía perfectamente que día era hoy, estaba marcado con una cruz en mi calendario y en mi cabeza como "el peor día de mi vida". Debía quedarme aquí, en mi cama sin moverme. Esta era mi huelga y nadie me movería de donde estaba. Prácticamente me encontraba echando raíces en el colchón, y si mi madre creía que me sacaría de las sábanas, estaba muy alejada de hacerlo. Mi fuerza de voluntad como nunca, estaba al máximo.
―Cariño, sé que no quieres―su voz era tierna y compasiva―yo tampoco quiero  pero es necesario, hija. Ambas sabemos que es difícil pero debes ser fuerte, hazlo por mí ¿Helen?
No quería escuchar sus palabras. Sí, era necesario, lo comprendía muy bien, sabía que pasábamos por problemas y no debía ser tan egoísta, pero si me levantaba y ayudaba con las cosas seria darme por vencida, alzar la bandera blanca y olvidarme de este lugar. Eso por ningún motivo lo permitiría, aún no estaba preparada.
Siguieron los martilleos y mi madre insistía moviéndome de un lado a otro para que abriera los ojos, pronunciando mi nombre  repetidas veces haciendo que sonaran como agujas en mi cabeza: "¡Helen! ¡Helen!". Lo único que quería era callarla pero mantendría mi postura hasta el último segundo.
De pronto todo se detuvo y mi madre salió de la habitación hacia al pasillo refunfuñando. Sólo cuando habló, reparé en que habían llamado a la puerta.
Recuerda ese sonido, quizá sea la última vez que lo escuches.
Concentrándome en el visitante, agudicé mi oído pero lamentablemente no pude identificar a quien le pertenecía la casi inaudible voz masculina.
―Iré a decirle que estas aquí―dice mi madre― quizá tú puedas hacer que salga de la cama.
Resoplé. Nadie es capaz de sacarme de la cama.
Esperé decidida por ella, preparándome para el momento en que se asomara por la puerta de mi habitación pero, en cambio, la muy astuta me gritó desde donde se encontraba.
― ¡Helen! ―llamó burlona y victoriosa― ¡Austin vino a verte!
Abrí los ojos en seguida.
― ¿Austin?
Me levanté casi automáticamente, arreglé mi apariencia y me apresuré a buscar algo que cubriera mi pijama de alta costura que me vi obligada a usar porque mi madre no quería que perdiera algunas costumbres.
Cuando me vio salir, le dirigió una mirada de "te lo dije" a Austin y éste respondió con una sonrisa al tiempo que posaba su vista en mí. En el segundo que nuestras miradas chocaron, la tristeza me invadió y no pude pensar en otra cosa que no fuera abrazarlo.  Caminé rápido hacia él y cuando sus brazos me envolvieron quebré en llantos.
― ¡Hey! No llores, Helen. No me gusta verte llorar―murmuró en mi nuca. Su mano acariciaba mi cabello en un intento de consuelo. Sólo cuando sentí a mi madre dándonos espacio y desapareciendo, alcé la vista hacía mi mejor amigo― ¿Eran necesarias las lágrimas?
―Sabes que soy muy dramática. ― dije con una débil sonrisa― No pude evitarlo.
Y entonces, otra oleada de líquido salado nubló mi vista.
Esa sería posiblemente la última vez que lo vería y estaría así, de este modo.
Lo quería demasiado. Austin había sido mi guía en este lugar que tanto desconocía. Mi mano derecha para acostumbrarme a las experiencias nuevas y a los lujos que había sido forzada a dejar. Era mi única razón para no querer abandonar este estilo de vida ficticio y sencillo que me habían exigido tener.
Esta era definitivamente la despedida más difícil que me había tocado vivir.
Lo abracé aún más fuerte. Realmente era probable que nunca lo volviera a ver. Ambos pertenecíamos a sitios que nunca coincidirían socialmente.
―Te extrañaré, Golfo.
Él me apretó más contra su cuerpo.
―Y yo a ti, Reina.
Reí ante el recuerdo de aquella noche de cine a la que lo invité.
Mi madre había comentado que no veía hace años La Dama y el Vagabundo y yo no pude hacer menos que darle el pequeño goce de disfrutar un poquito de recuerdos de infancia.
Austin luego de eso dijo que me parecía mucho a Reina por su manera de ver aquel mundo mas allá del costoso barrio en el que había pasado toda su existencia y yo, sinceramente, si que me vi reflejada en la refinada perrita.
Desde entonces que somos, amistosamente hablando, Reina y Golfo.
―Si en mis manos estuviera la opción―dijo―te mantendría aquí otro año más.
No existe tal opción.
―Ojalá pudiéramos elegir― dije sinceramente―pero por el momento, solo podemos aprovechar las horas que nos quedan.
Suavemente se separó de mí y el dolor y la soledad en sus corrientes pero especiales ojos chocolate fueron suficientes para saber que él la estaba pasando tan mal como yo.
Ocultando lo mucho que me haría falta su mano amiga para el futuro que me deparaba, le dediqué aquella sonrisa que siempre fue capaz de sacar a la luz.
―Pero definitivamente, mi querido Golfo, ésta Damita volverá a caminar por barrios desconocidos― le aseguré, mentalizada de que en mi círculo cualquier cosa era posible. Entonces una lenta y confidente sonrisa se curvó en su amable rostro―así que tienes que estar preparado para ayudarla a volver sana y salva a casa otra vez.
― ¡Oh, créeme que este vagabundo estará más que dispuesto a escoltarte, Bombón!
OMG...
a los q me siguen... realmente, perdon x la demora -.-
y esq mi hermoso pc estuvo en el doctor por mas de una semana ;w;
pero aqui les traigo :D
hahhahha se q la cami me reclamará luego x este cap tan anexado de la historia xDD pero como dice el titulo del capitulo..
a veces nos vienen recuerdos en los momentos mas impropios. ^^
© 2012 - 2024 nekolxitha
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